Como el tambito, ligero y puntuado, llueven las flores de los malinches, mojando la brisa y quemando los cerros.
Como el tambito, ligero y puntuado, duermen los niños del ayer, sudando nostalgia y bebiéndose el alba.
Como el tambito, ligero y puntuado, gritan los cielos infinitos, estallando entre rocas y ocultando las almas.
Como el tambito, ligero y puntuado, hierven las calles promiscuas, robando momentos y escupiendo entre lastre.
Como el tambito, ligero y puntuado, mueren las noches de nunca acabar, brotando sus ojos y susurrando su voz...
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